Un blog de creación en español

Un blog de creación en español

Tuesday, May 24, 2022

Emily Matute


 

Carnaval en el paraíso de la Amazonía



Mi primer carnaval fue cuando tenía diez años, recién llegada al paraíso, después de haber vivido siete años en los Estados Unidos. Había regresado a Ecuador con mi mamá y mis tres hermanos menores mientras mi papá se quedó trabajando en Estados Unidos, -hasta que se arregle nuestros papeles-, decía mi mamá.

La verdad es que no estaba triste sobre la situación, estaba emocionada de conocer el país y el pueblo de los que tanto hablaba y visitaba mi familia. Lo ví como una aventura y oportunidad única. Me acuerdo que mientras mis padres y familia lloraban en el aeropuerto de Nueva York, sin saber cuándo sería la próxima vez que nos encontraríamos, me fui en el avión con la sonrisa más grande del mundo.

Cuando vi los colores vibrantes del sol, del cielo, y de la flora verde por primera vez ya con una conciencia más grande que la que tenía a los tres años, mi corazón se emocionó. Nací en medio de esta selva verde pero para mí sentía que era la primera vez que estaba conociéndola, ya que la última vez que viví ahí tenía solamente 3 años.

La familia de parte de mi papá nos recibió con mucho cariño. Jamás nos faltaba comida o amor junto a ellos. Me acuerdo de cómo nos llevaba a pasear y a comer a lugares diferentes, y cada vez me enamoraba más y más de la Amazonía en la que había nacido. -Mami, ¿por qué nos fuimos de aquí? ¡No quiero regresar a EEUU jamás! Mejor que papi también venga a vivir acá.-

Me di cuenta también de que las reuniones familiares eran frecuentes y normales. No se necesitaba una ocasión especial para reunirse, como era en los Estados Unidos, ya que el trabajo impone tiempo y energía. En el paraíso, almorzábamos juntos todos los que podían o si no cenábamos juntos. Cada semana, siquiera una vez a la semana, íbamos a la casa de mi tía Ali a tomar guayusa con pan.

Una de las noches en la que merendábamos en la casa de la tía Ali, la familia llenó el comedor mientras tomaba su guayusa caliente y dulce. Estaba parada al lado de la isla riéndome de los cachos y anecdótas que se contaban. Mientras se iba callando las risas, hubo un silencio y una tensión rara, todos se habían callado y antes de poder tomar otro bocado de mi guayusa, sentí agua helada caer por mi columna. Alcé mis hombros del escalofrío y doblé mi cuello. Me di una media vuelta y me encontré con la sonrisa pequeña de siempre de una de mis primas mayores, la más callada y más tímida y gentil.

En ese momento no sabía qué hacer ni decir, no estaba enojada sino sorprendida y además, mi primer pensamiento era que tal vez era un accidente. Ella me quedó mirando con su sonrisa sin decir nada y el silencio crecía. Cuando miré alrededor mío, vi que en la cara de cada uno de mis tíos y primos, sonrisas que empezaron a crecer hasta convertirse en carcajadas fuertes.



-Emily, ¡bótale agua a la Vivi!- me dijo mi tía Alicia



Y así fue como empezó mi primer carnaval. Esa noche, la casa de mi tía Alicia quedó totalmente mojada. Mis primos corrían a encontrar baldes para llenar de agua y tirárselos a la persona más cercana y perseguían con más agua a los que les habían botado agua a ellos. Hasta me habían recogido para lanzarme en el tanque de agua que estaba afuera, al lado del lavadero de ropa. Es claro que aprendí este juego muy rápido y con entusiasmo. Se convirtió en una de mis experiencias favoritas.

No aprendí dónde se origina el carnaval, no sabía de qué se trataba, no sabía que era un feriado anual, y en especial no sabía que todo el pueblo y todo el país jugaba. Lo descubrí la semana siguiente.

Hubo desfiles de danzas, carros decorados, cantantes, conciertos, y comida por todo el pueblo. En el colegio, el último día antes del feriado, todos los estudiantes empezaron una guerra de agua, carioca, y maicena de todos los colores. Corría con ellos hasta el parque en donde mi cara, mis brazos, y mi uniforme de camisa blanca y falda celeste se convirtió en un lienzo de azul, negro, y rojo. Era casi imposible sacar el color en mi piel y aun peor el polvo de maicena entre mi cabello. Me quedé pintada todo el día, igual que todos ahí.

El carnaval es algo hermoso, claro. Cuando miras los desfiles y bailarines en su ropa que brilla mientras se mueven, cuando juegas con tus amigos y familia, y en los conciertos públicos y la elección de la Reina de Carnaval. A la misma vez, el carnaval es travieso (¿o sereremos los que jugamos los traviesos?). En la escuela, nuestras maestras nos recuerdan que debemos ser amables y no tirarles bombas de agua ni maicena a los ancianos o bebés. Me pareció un recordatorio raro hasta que un día mi primo me llevó a la terraza del almacén de mi tía con un balde lleno de bombas de agua que íbamos soltando desde arriba cuando elegíamos a una víctima que pasaba por el camino.

El carnaval es travieso e inesperado. Una noche en las piscinas de mi tío, alguien empezó una guerra de carnaval pero no era una cualquiera. Mis primos agarraban a mi prima mayor para tirarla a la piscina mientras yo sostenía el celular de ella que me había entregado ellos (que amables ellos al cuidar el celular de mi prima, ¿no?). Corríamos sin zapatos en el lodo y la tierra despues de haber estado en la piscina y la guerra entre yo, mi primo, y mi prima llegó a su extremo. El agua no era suficiente. Entre yo y el mismo primo con quien botaba bombas de agua en la terraza, tomamos un balde e hicimos nuestra mezcla mágica de lavasa, tierra, y hasta agua del inodoro. El asco que siento hoy al recordarlo, no estuvo nada presente en ese momento. No nos importaba, teníamos que ganar esta guerra de agua. Esa noche, nos fuimos cubiertos de esta mezcla pero felices y cansados.

Solo pude experimentar dos carnavales más hasta que mi familia tuvo que regresar a los Estados Unidos y esta vez, fui yo la que estaba con las lágrimas en mis ojos. Desde entonces, no he celebrado el carnaval, ya que en Estados Unidos no es igual y hace mucho frío en febrero. Además, creo que aquí lo conocen como Mardi Gras, pero no lo entiendo muy bien. Sin embargo, cada año veo los videos del carnaval en mi pueblo y me imagino la próxima vez que pueda jugar carnaval en el paraíso, en el próximo balde de agua que lanzaré, y en las próximas víctimas que bañaré con ese baldazo.

Billy Krassner




Nieve


¿Por qué a alguien le gustaría la nieve? Me parece una broma muy mala. Los seres humanos han luchado contra el frío durante millones de años de evolución. El calor es vida, pero aún asi insistimos en que la nieve es bonita, maravillosa, mágica. Es pura, blanca, creo que a nosotros nos gustan las cosas puras. Escupimos en las tumbas de nuestros antepasados cada vez que bailamos mientras copos de nieve caen. ¿Que nos salvó cuando no podíamos construir casas, o hacernos ropa? El fuego, y el calor. ¿Cómo los agradecemos? Celebrando el enemigo de los enemigos, el frío, y su niña del diablo, la nieve. Hablando del diablo, ¿porque su reino es de fuego? ¿Debo creer que en este caso la nieve representa lo bueno mientras que el fuego lo malo? Que maldición, que ironía. Siempre decimos que no debemos tocar el fuego, es peligroso. Pero nunca he oído que no debemos acercarnos a la nieve. Por favor, escúchame esto, la nieve es mucho más peligrosa que cualquier fuego. La nieve es una puta, que nos atrae con su timidez, hojas puras, y nos traga antes de que podamos gritar. Ahora mismo lo siento ahogándome por los pies.

La nieve no es una cosa pura. Bajo de sus curvas illustres hay cadáveres. Somos tontos en pensar que hay maravilla o magia entre una cosa tan mala. Pues… Quizás sí haya magia, pero no la magia de princesas o principes. Magia de sangre, oscura. No puedo continuar. Otra maldición de la nieve es que te hace perder tu capacidad de pensar, mientras se hunde. Su mente es la última fortaleza. ya ha ido la habilidad de sentir mi cuerpo. Y casi voy a perder mi vida enterrado en una cosa que ustedes llamarían purísima. Ahora soy más nieve que el ser humano. ¿Todavía la quieren?

 

Miwok

Un niño desembarcó del autobús. El polvo rojo nubló su cara para que no pudiéramos ver su rostro.

- ¿Quién es él? No sé. ¿Uno de los nuevos? No me digas. Se ve muy joven, muy flaco. Está perdido pobrecito. Que no se nos acerque, ya estamos todos. Por dios, es tan flaco se ve enfermo, que alguien le dé un sandwich. Callate boludo, él se está acercando.-

Buscando por todos lados, el niño se acercó a nosotros. Pasaron diez segundos sin que nadie dijera nada. Lo miramos con ojos de vidrio roto, esperando su voz. Acá, no somos simpáticos con los extraños.

- ¿Ustedes son los Miwok? - dijo el flaco en voz muy baja. La luz contra el contorno de sus lentes se nos reflejó en los ojos. Paramos de mirarlo, y cerramos el círculo para que viera nuestras espaldas.

- ¿Qué carajo dijo? ¿Nos han mandado un nuevo?? Voy a llorar - Abrimos el círculo y le preguntamos su nombre y afiliación.

- Soy Simón, me echaron en tu grupo, con los Miwok -

- No sos Miwok, flaco. Cierto, ¿no debés estar con las ardillitas en Pomo? - No. Recuerdo muy bien el nombre de la cabina. Miwok - Nos miramos, no teníamos otra opción.

- Seguínos, si te atrasás, te dejamos, entendido? -

- Listo -

El flaco recogió sus maletas. Trajo dos, madre mía por qué trajo dos maletas, va a quedarse acá dos semanas. Pero bueno, quizás él se pierda y no tenemos que soportarlo. Lo guiamos por el campo, sobre los caminos-que para un nuevo- parecen laberintos, y

entre los árboles elevados como rascacielos. No se perdió aunque estaba llevando dos maletas que nos parecieron muy pesadas. En un campamento en el año 2013, los móviles estaban completamente prohibidos, y los campistas que los traían no podían guardarlos. Estábamos completamente en oscuridad, pero a nosotros nos gustó.

Llegamos a una cabina chiquita, con madera cubierta con musgo, el techo casi roto, y la puerta partida a la mitad. Escrito sobre el marco de la puerta se leía “Miwok”. Entramos, y el flaco puso sus maletas en la única litera vacía. Nos sentamos en las nuestras.

- Entonces… ¿Qué te gusta hacer flaco? -

- ¿Como qué, aparte de la escuela? -

- Si boludo aparte de la escuela, ¿jugás fútbol? ¿O te gustan los

videojuegos?-

- Para ser honesto, no me gustan. Y no juego ningún deporte.

Malas noticias. Cada verano todos las tribus compiten en las olimpiadas del campamento. ¿Y el flaco no juega ningún deporte? Que. Bueno.

El flaco salió para ir al baño. Le dimos direcciones generales pero va a tardar un poco.

- ¿Qué hacemos con este flaco inútil? Nada. Lo echamos a otro grupo, los de Cholula solo tienen cinco pibes. No, no nos van a dejar. Él ya es Miwok y no podemos hacer nada. Cierto, ya lo tenemos, y hay que demostrarle todo lo que sabemos para que los de Mojave no se rían de nosotros. Dale -

El flaco regresó después de media hora, dijo que se perdió y fue al baño de los campistas mayores. Resoplamos con fastidio. Los campistas mayores tienen más años, son más altos, si regresara otra vez, ni Superman lo podría ayudar.

- Dale flaco, para ser honestos, tal y como a vos no te gustan los deportes, a nosotros no nos gusta enseñar a un nuevo desesperado las reglas del campamento. No es nada personal. Un poco, pero no mucho. No importa, vamos a mostrarte todo lo que sabemos para que no mueras durante estas dos semanas - El primer día, le mostramos la división. El camino entre el lado de los niños, y de

las niñas. El camino estaba en una sierra, con sequoias plantadas por todos lados. No podíamos ver este lado misterioso pero sí sabíamos que estaba ahí. La tierra bajo la sierra era curiosa pero también nos asustaba. Sin cruzar el camino para abajo, solo podíamos ver los techos de las cabinas. En vez de nombres de tribus norteamericanas, llevaban nombres de pájaros. Cardenal, gorrión en vez de Miwok y Mojave. Los nombres nuestros no parecían mucho más chévere.

- Flaco, no pases este camino. Si te encuentran allá, te cuelgan.

Literalmente, no. Pero te expulsan del campamento y tus padres se van a enojar -

- Okey -

Caminamos cuesta abajo, hasta un edificio bastante grande. La cafetería. - Dale, acá hay que luchar por la comida. Es una carrera -

- ¿Se acaba la comida muy a menudo? ¿Ellos nos matan de hambre? - Dijo el flaco.

- Bueno, pues no. Pero si querés beicon y jugo de manzana hay que ir primero. Comemos juntos, si uno de nosotros hace algo mal, todos comemos de últimos -

Aunque no nos dejan morir de hambre, si la cafetería se parece a las llanuras de áfrica. Cada tribu compite para ir primero. Los que van últimos quedan las sobras.

Tostadas empapadas, huevos de esponja, y las patatas más repulsivas que has comido en tu vida. Entonces, en el interés de comer sin pasar dos horas en el baño después, todos quedamos silenciosos como nos mandan los monitores.

Después de comer, le enseñamos las reglas de llenar su botella de agua. Durante el día, hace un calor del infierno que literalmente quebrá tus ojos. Beber agua es fundamental para nosotros. Los monitores nos vigilaron para que bebieramos suficiente agua. Ya lo sabemos, y aunque el flaco no era lo más conciente, no era totalmente un idiota. Entendió las reglas muy bien. Había solo un dispensador de hielo en todo el campo, y en el tiempo en que caminaste hasta la cafetería al lago, el hielo que pusiste en tu botella ya se había fundido totalmente. No diríamos que el campamento es muy cómodo. Pero nunca nos quejamos, ni el flaco.

Le mostramos todo, el lago, el horario de lavar los platos, cuando tenemos que levantarnos, qué decir a la enfermera para que no te ponga una inyección. Ya pasaron tres días. Para su ineptitud inicial, estaba aprendiendo muy rápido.

Un día, fuimos al lago sin el flaco porque no quería mojarse. Lo dejamos en la cancha, donde le gustaba practicar su Rubix Cube en el sol. Cuando regresamos a la cabina todavía no había llegado. Entonces fuimos a la cancha a buscarlo. Ahí estaba. Pero sus lentes estaban en el suelo, aplastados. Y él estaba rodeado de los diablos de Mojave, pateándolo. Cinco cuerpos, golpeando a un indefenso nuevo. Todo lo que ha aprendido durante estos días se fue por el cielo. Cada patada hizo que nuestra sangre hirviera aún más caliente. No era muy común ver una falta de respeto tan obvia. ¿Le van a golpear a uno de nosotros? Pero el miedo silencioso nos hundió. Aunque nos gustaba jugar como salvajes antes de la civilización, pero nos congelamos en la realidad

del peligro. Hasta que uno de nosotros, Ricardo, que era el primero en decir que debemos tirar el flaco en el lago, dio un paso adelante.

- Pelotudos de mierda, vamos -

Corrimos, con ira y la velocidad de 5 aviones a reacción. Los golpeamos con fuerza, en formación. Corrieron muy rápido, sorprendidos de vernos defender un nuevo con tanta ferocidad. Intercambiamos golpes rápidos, pero pronto los de Mojave rindieron, corriendo por los bosques para que no les siguieran.

- Flaco, ¿estás bien? Sí, muchas gracias. De nada boludo, venite con nosotros la próxima vez ¿Okey? De acuerdo. - No nos metimos en problemas con los monitores, porque nadie les dijo ni una palabra. Dos semanas antes, no hubiéramos podido imaginar que defenderemos un nuevo, un extraño, pero eso es lo que sí pasó.

Monday, May 23, 2022

Cheyenne Leitch

 


Escapar

Me desperté con el sonido de las bombas. Recuerdo la sensación de la mano de mi madre alrededor de mi muñeca mientras me sacaba de mi cama y de mi habitación. Miré hacia mi cama mientras ella me jalaba y me alejaba de mi manta favorita. La había tenido desde que era un bebé y nunca iba a ninguna parte sin ella. No sabía si volvería a verla.

La respiración de mi madre era pesada. Recuerdo llorar y estar confundida acerca de lo que estaba sucediendo. Ella mantenía su mano alrededor de mi muñeca mientras corría alrededor de la casa. Ella colocó algunos artículos esenciales en una mochila.

El sonido de las bombas resonó a nuestro alrededor. Podía oír gente gritando afuera. Casi se sentía como un terremoto debido a la forma en que nuestra casa se sacudía. Mis dientes temblaron y juré que podía sentir mi cerebro golpeando los lados de mi cráneo. Podía sentir un moretón formándose bajo la mano de mi madre. Mi muñeca pequeña estaba dolorida bajo sus dedos. Cuando terminó de empacar la bolsa, me levantó en sus brazos.

Mi padre había salido de nuestra casa ayer. Iba a unirse a la lucha para proteger nuestro país. Pensó que estaríamos a salvo en casa porque las fuerzas rusas aún no se habían acercado a nuestra ciudad, pero ahora estaban aquí y ya no estábamos a salvo. Lloré cuando tuvimos que despedirnos de él. Tenía mi manta en la mano mientras sostenía mi pequeño cuerpo contra el suyo. Podía sentir su corazón golpeando contra mi pecho. Me dijo que me había amado durante todos los 6 años que estuvimos juntos y que continuaría amándome durante todo el tiempo que viviera.

Mi madre nos abrazó y lloramos juntos. Me bajó y abrazó a mi madre. La besó en los labios y le sujetó la cara en las manos. Nunca lo había visto parecer asustado, siempre era valiente, pero justo entonces, parecía aterrorizado. Creo que él estaría triste si supiera lo que nos está pasando ahora. No entendía por qué nos dejaba. Mamá me dijo que era porque él estaba tratando de protegernos, pero yo todavía no entendía.





El mayor espectáculo de la tierra

El mayor espectáculo de la tierra, así llaman al carnaval en Trinidad y Tobago. Para cualquiera que viva en Trinidad, el lunes y el martes de carnaval son los dos mejores días del año. No hay nadie en el país que no sonría, ría, baile o cante en estos días. Todo el país se une.

Recuerdo mi primera vez jugando al carnaval. Tenía quince años. Mis amigos y yo nos acurrucamos en camas, sofás y colchones de aire alrededor de mi casa la noche anterior. Cuando nos despertamos a las 4 de la mañana para prepararnos, todos estábamos muy agotados, pero todavía había una energía de la excitación que nos rodeaba a todos. Tomamos chupitos de ron para despertarnos, porque, ¿qué más se supone que debes hacer a las 4 de la mañana del lunes de carnaval?

Mi dormitorio estaba lleno de plumas y gemas y olía a aerosol de pelo y maquillaje. Mis padres ponían música en el estéreo y todos bailábamos y cantábamos mientras nos preparábamos. La música que tocamos durante el carnaval se llama soca. Soca es la mejor música del mundo, es tan optimista y feliz, no puedes evitar bailar cuando la tocan.

Nuestros disfraces de carnaval eran de diferentes colores, el mío era verde y rosa. Juntos parecíamos un arco iris con purpurina rociada sobre él. Después de que terminamos de prepararnos, tomamos algunas fotos (algunos chupitos más de ron) y estuvimos listos para ir.

Nos dirigimos a la capital del país, Puerto de España. Ya podíamos ver a miles de personas en las calles, bebiendo y bailando junto a los camiones con enormes altavoces en ellos que estaban sonando música. Todo lo que podías ver eran colores, plumas, gemas, piel y sonrisas. La música que venía de los camiones hizo mi corazón temblar, podría sentir que las vibraciones de los altavoces sacudían los huesos en mi cuerpo.

Todo el día consistió en caminar y bailar y correr y reír y beber alrededor de toda la capital de Trinidad y Tobago.

12

Al final de la noche nuestros pies tenían ampollas a causa de las botas que llevábamos, nuestra espalda estaba quemada por el sol y nos dolía la cabeza por el alcohol y la música fuerte. Nuestros cuerpos estaban doloridos y estábamos agotados, pero estábamos felices porque sabíamos que nos despertaríamos por la mañana y lo haríamos de nuevo.

Michael Bustillo

 


Mañana de mil muertes


Tengo todo lo que necesito cuando estoy aquí. No debo dejar este lugar por las decepciones que me esperan más allá. Soy un rey en este mundo y un bromista en el otro. Puedo conquistar una nación, tocar música en un estadio repleto y participar en el juego decisivo del campeonato en lo que parece ser un abrir y cerrar de ojos cuando estoy aquí. ¿Por qué debo dejar este lugar? Las imágenes de las responsabilidades mundanas encuentran su camino hacia el entorno en constante cambio proporcionado por mi propia mente. Pensamientos de una existencia más real se ciernen sobre mí. Manchan la imagen que tengo de mí? Son tan reales y siniestros como la presencia de la muerte. Ambos interfieren gradualmente en este mundo hasta convertirse en parte de mi existencia. Excepto, que vivo tantas vidas en este mundo que dejarlo se siente como mil muertes. Sé cuándo mi tiempo aquí está llegando a su fin cada vez. No sé si es mejor así. ¿Sería mejor nunca recordar este lugar? Tal vez tengo que acordarme de volver allí todas las noches. Tal vez los recuerdos están ahí simplemente para ayudarme a pasar el día. Cuando la realidad golpea, no importa lo que piense. Estoy inundado por pensamientos tangibles. ¿Por qué he venido y salido de este lugar miles de veces? No hay elección que hacer. En cambio, estoy en un estado perpetuo de estar en el medio. Nunca pude apreciar completamente mi entorno. Ahora es el momento, el momento de matar al poderoso rey, la estrella de rock y el famoso atleta. Es tiempo de despertarse.








La carrera

Estaba saliendo de la ducha, preparándome para salir a una fiesta con algunos de mis amigos en una universidad de Boston cuando recibí una llamada de Pierre. Pierre es uno de mis mejores y más infames amigos. Tiene una habilidad especial para meterse en problemas, pero también para salir de esos problemas, por lo que generalmente las cosas le funcionan al final. Me llamó para avisarme que estaba a unos treinta minutos de recogerme para ir a la fiesta. Me dijo que traía a un chico de su ciudad. Un tipo tonto pero suficientemente inofensivo. Finalmente llegó a mi casa alrededor de una hora después de su llamada telefónica y yo estaba emocionado de ir, pero solo tenía diecisiete años en ese momento y todavía tenía que pedirle permiso a mis padres. Me hicieron las preguntas estereotipadas de los padres, "a dónde vas, quién va a estar allí, cómo llegarás allí, etc." Tampoco me querían cerca de esa escuela porque me peleé allí la semana anterior. Por supuesto, Pierre había estado presente en la pelea de la semana anterior, ya que generalmente atrae peleas y caos en general. De todos modos, mentí a mis padres y dije que iba a casa de un amigo diferente y conduje a la fiesta.

Tomamos mi auto para llegar al campus y parecía que estábamos preparados para una noche divertida. Pasaron unas horas y las cosas comenzaron a apagarse y parecía que deberíamos encontrar algo más que hacer. Nos enteramos de que esta chica realmente rica organizaba una fiesta en el apartamento de sus padres y decidimos echarle un vistazo. Mientras caminaba hacia mi auto, miré a Pierre y él me miró y ambos comenzamos a reírnos. Habíamos estado bebiendo desde antes de entrar en la fiesta y él se dio cuenta de que estábamos borrachos. Cody siempre fue más fumador que bebedor aparentemente y era el único lo suficientemente sobrio como para conducir. No me parecía buena idea pero le di las llaves y salimos luciendo como los tres títeres. Estuve muy nervioso durante los primeros diez o quince minutos del viaje, pero la euforia de beber, salir de fiesta, bailar, cantar y estar con mis amigos se apoderó de mí y me sentí invencible. Se escuchaba She Belongs to the Game de Troy Ave y pusimos el volumen al máximo. En ese momento estábamos a unos dos minutos de distancia y todo lo que teníamos que hacer era bajar de la salida y girar a la derecha. Entonces fue cuando Cody intentó trató de cambiar de carril en el último momento y chocó contra la defensa trasera de un Uber o Lyft.

La gravedad de la situación aún no me staba clara, Cody y Pierre me dieron falsas esperanzas diciendo que ayudarían a reparar el daño a mi automóvil antes de que mis padres se enteraran. Afortunadamente para nosotros, la licencia de conducir del Lyft hacía mucho que habíaexpirado y nos dio un día para reunir el dinero para pagarle antes de llamar a la policía. Sabía que mi mamá y mi papá verían el auto, así que tuve que llamarlos e inventar una historia sobre por qué el parachoques de nuestro auto se arrastraba por la calle. Tan pronto como le conté mi historia a medias a mi padre sobre cómo nuestro auto estaba "estacionado" afuera del "dormitorio de mi amigo" y alguien "lo golpeó y salió corriendo", descubrió que mentía. Dijo que se dirigía a donde inicialmente les dije que iba. En realidad estaba a unos 45 minutos de ese lugar. Ahora era una carrera entre mis padres y nosotros, los payasos. Pierre se subió al asiento del conductor, dejamos a Cody y nos fuimos a donde estaba mi papá. Sorprendentemente, todo el viaje transcurrió sin incidentes y pasé el tiempo pensando en mi historia y en lo que tenía que hacer para mantener la mentira a salvo. Intenté representar un montón de escenarios en mi cabeza y también ejecuté algunas ideas de Pierre. El parachoques del coche se arrastraba por la carretera y me enloquecía con un terrible chirrido durante toda la carrera.

Llegamos a la línea de meta dos o tres minutos antes que mi familia. Mi papá bajó del auto y Pierre y yo representamos la escena que teníamos preparada. Actuamos nuestra historia falsa a la perfección y engañamos hasta a mi padre a quien nunca se le escapa un detalle. El plan iba a la perfección hasta que mi papá dijo que iba a tomar el auto de regreso y dejarnos varados en un lugar donde no tenemos una cama para dormir. El amigo con el que dije que nos quedamos ni siquiera estaba en el estado en ese momento y estábamos atascados. Estuvimos en el frío durante horas hasta que llamé a uno de mis primos que me debía 100 dólares, y le dije que quedaríamos a mano si nos daba un paseo. Dijo que sí a pesar de que eran alrededor de las 2 de la mañana. Nos llevó de regreso a mi casa donde Pierre y yo agarramos el auto en el que originalmente había conducido a mi apartamento. Por supuesto, fuimos a la fiesta de la chica rica. Fue una buena noche. Sabía que tendría que decir la verdad por la mañana, así que decidí mandar todo a la mierda y disfrutar el resto de mi noche. Sabía que pasaría mucho tiempo hasta que tuviera otra así.

Breana Sena



El amor de Carmen

Carmen sólo quería ser amada. Aunque se vistiera de rojo, decían. Aunque bailara con una flor en la boca. Aunque disfrutara de la atención inocente de los hombres. La solidificación de ella como un símbolo sexual, como un ícono cuyo único propósito era congelar en el tiempo. Su imagen estaba casi grabada en piedra. Es contra-intuitivo teniendo en cuenta el tipo de mujer que siempre ha sido, según los hombres que cuentan su historia. Pero, ¿alguien ha pensado alguna vez que tal vez tuvo tantos problemas en el mundo cuando su historia es contada por los hombres una y otra vez? Si la historia de Carmen fuera escrita por Carmen, ¿cómo la escribiría, con qué detalles, con qué motivos? Su deseo más profundo y oscuro no era un plan de extorsión malintencionado, ni ser una homewrecker, ni morir apuñalada por un hombre en un mundo de hombres. No hay un final de cuento de hadas, sino una lección aprendida de una mujer despechada. ¿Qué lugar ocupa el amor en la historia de Carmen? Un amor que seguiría y seguiría. Un amor que se hace círculos como sus muñecas cuando bailaba la secuencia, una secuencia que era una mera manifestación física de la profunda pasión, del profundo deseo que tenía en su corazón. Carmen sólo quería ser amada. La sensación de desesperación se apoderó de su mente de una manera que la hizo sentir más sola que la cárcel en la que estaba. La sexualidad de Carmen fue armada para convertirla en protagonista y antagonista de su propia historia. No había forma de salir de ese dilema. Ni física, ni genética, ni emocionalmente. Las cosas no cambiarían hasta que los tiempos lo hicieran. Por desgracia para ella, moriría bajo su alias, Carmen. Nunca se le permitiría ver la verdadera luz, como a los prisioneros de la Alegoría de la Cueva de Platón. No. Esa oportunidad sólo se le permitía a los hombres, como Don Juan. Los hombres como Don Juan podían tener tantas esposas, tantas parejas como quisieran, pero es la mujer, una mujer que sólo quiere sentirse amada y valorada más que deseada. una mujer que está condenada al más cruel de los castigos, a no tener una segunda oportunidad. En la hora más solitaria, y la última, se quedó sola con el odio, y la amargura por el mundo de los hombres que no se molestan en escuchar cuando habla. Ni siquiera se molestaron en contar su historia, bueno, no su verdadera historia, y desde luego no toda la historia. Supongo que nunca sabremos quién era Carmen en realidad. Carmen tampoco sabía quién era. Fue un mundo de hombres el que le robó su nombre, le robó su identidad, le robó su virginidad, le robó su corazón, su reputación. Carmen respiró entrecortadamente ante los primeros dolores intensos que rasgaron su cuerpo. A manos de un hombre que una vez dijo amarla, su más profundo, verdadero y puro deseo de ser amada fue eliminado, hasta que el "amor" dejó de existir. Así fue como murió. Carmen fue una mujer despreciada, no una mártir y ciertamente no un hombre.

Heilin Cordero


 

El fallo

Llevaba tanto tiempo con estos grilletes contra mi cuerpo que se me había olvidado que existían. No lo supe, hasta que ya era muy tarde, pero estaba atrapada, encerrada, y no encontraba una manera de salir de la locura que era mi vida. Pero, ¿cómo pudiste no saber? Me discutía una voz en mi mente.

Salí por un momento del caos mental en el cual me encontraba, y justo ahí el detective Reyes caminó hacia mí con una cara seria y de escepticismo.

-Pues, ¿cuándo fue la última vez que usted vio a su hijo otra vez?- me preguntó. Odiaba estar en esta casa, pero me sentía como una guinea con todos estos policías buscando por todas partes, y odiaba esa sensación todavía más. No tenía a mi hijo, ya no tenía hogar, ni dignidad. Brandon me tuvo como prisionera aquí por demasiados años, pero hasta el tiempo se me fue entre las galletas, los gritos, y la humillación.

–¿Señora?-- me desperté de mi pesadilla otra vez.

–Eh, perdón, desde el once de Diciembre, era un Lunes. Como le dije antes. – le respondí. Aunque ya me habían preguntado la misma pregunta, la sorpresa de ese hecho era suficiente para que sus ojos se abrieran y temblarán. Hoy era Martes. El 19 de febrero. Ya habían pasado

–Y, ¿qué fue lo último que le dijiste? ¿Cómo se encontraba el?

– Se encontraba bien, lo prepare para la escuelita y me dio un beso en la mañana en la cama. Brandon se lo llevó en su carro con mi hija, pero cuando él regresó, el niño no estaba con él.-

Sentí el peso de montones acumulándose en mi garganta como que mi corazón quería salir por mi boca, había fallado como madre.

-¿Como no reportó su desaparición antes?

- Brandon no me dejaba salir sola, y muchas veces no me dejaba salir para nada. Cuando le preguntaba si sabía del niño, me decía que estaba en casa de mi madre, que yo ya no podía cuidar de mis hijos, que estaba loca.-

Pause por un momento, y vi a varios detectives entrar la puerta del garaje exterior, ya que pudieron quitar los varios candados que Brandon había puesto en su taller. Seguí con mi confesión, -Pero, yo no hablo con mi madre. Cuando le pedí que fuera a la policía porque me preocupaba mi hijo, me amenazaba con mi hija. Me decía que le iba hacer cosas horribles, que me iba a echar sin nada, y que así el niño nunca regresaría.- Le dije. Ya no podía parar las lágrimas. ¿No se como dejar que esto pasara, como pudiste? Me sigue preguntando. ¿Cómo dejaste que esto le pasara a tu hijo, quizás yo me lo merecía, pero el? Se habían llevado a Brandon desde que tocaron en la puerta con una orden de allanamiento solamente hace un par de horas. Sin embargo, lo sentía aquí todavía, diciéndome que no diga nada, que no me atreve a hablar mal de él, que no deje que toquen sus cosas.

-Necesito sentarme, detective- le exclame, y se me había olvidado de la ropa que llevaba puesta por días, y el apeste que me seguía ya que tenias días sin un baño. Me senté en la mesa de la cocina, pero vi la multitud de autoridades en mi calle, y no quise entretener esa imagen. Pero me senté como quiera, sabía que esto era el comienzo.

El detective miró hacia mi, como que para que siga hablando.

-Hay fue cuando usted decidió mandar la carta con su hija a su escuela?- -Si, ya no me dejaba salir y sabía que yo sabía que él le había hecho algo. Tanto tiempo había pasado, temía la muerte de mi hijo. Pero estaba en negación, me pegaba tanto, vivía en un infierno, yo tampoco tenía teléfono. Muchas veces pensé que me estaba volviendo loca aquí, y no podía pensar. Le dije a mi hija que le entregara una letra a su profesora en secreto, y esperaba que quizás alguien demandará el abuso y desaparición de mi nino.- Nunca había hablado con nadie sobre el dolor de tener seis años con un abusador extremo. No pensaba que la primera vez sería con un jurado de policías e investigadores a mi alrededor. Pero mejor pensándolo, no pensé que tuviera el coraje nunca para hablar con nadie.

Miraba a mis pies, como para no mirar al detective a sus ojos, no se si me tenia lastima o si se estaba asqueado por mi falta de acción. Escuché muchos pasos en el taller, y las autoridades que buscaban en la sala, la cocina, y las habitaciones, bajaron al primer piso.

-Un momento- Me dijo el detective, y se paró para unirse con los restos.

Ese taller era el espacio sagrado de Brandon. Toqué los moretones en mi cuello la última vez que traté de entrar, me ahorcaba y me miraba a los ojos mientras sentía el aire de mi cuerpo irse.

-Tratalo una vez más y la próxima vez, disfrutaré de verte ir.- Me decía.

Respire, me pare de la mesa, y camine hacia el taller como para que me comuniquen que estaba pasando.

-Señora, cuántas veces usted ha presenciado a su novio en esa sala? - Su voz se convirtió en frio, y señaló la dirección del garaje.

Sentí una sensación de escalofríos, -nunca, solo una vez hace par de meses. Y fue en secreto. El, el, me decía que trabajaba allí, que no lo molestara. Le dije honestamente.

Pues, la única vez que tuve el error de entrar a ese garaje vi fotos e ilustraciones de horribles violaciones, herramientas y sogas, cintas de no sé qué, pero sabía que. Cartas de amor que no eran para mi, y entradas de diarios que decían sobre sus secretos deseos y violentas fantasías. Fantasías que para mi, eran la realidad, eran pesadillas.

-Qué está pasando?- Exclama con lágrimas en los ojos y mi voz derrotada a casi nada.

-Acabamos de encontrar un cuerpo en el congelador del garaje, lo cual parece de un niño de menos de siete años.- me dijo lentamente. -Necesitamos llevarla a la estación inmediatamente para proceder con esta investigación.-

En ese momento las llamas de un infierno, los gritos de Simón, el calor de sus abrazos vinieron todos hacia mí. Mi mundo, el mundo que yo había conocido, que había tolerado. Fallé como madre, maté a mi hijo.

Thomas Zenteno

 




Tormentas

Mientras daba un paso para acercarme a la cerradura de la puerta pude escuchar como mi pie se posaba sobre un charco. Al mirar directamente a mi pie derecho y gracias a la luz de la entrada pude incluso ver mi reflejo sobre el agua estancada.

Por un segundo mi mente se puso a correr todos los posibles escenarios que pudieran haber generado ese charco. ¿Habrá sido acaso una gotera? ¿Quizá había sido una tubería? O quizá mi perro había tenido un accidente cerca de la puerta, pero era demasiado líquido para que ese fuera el caso.

Al entrar a casa rápidamente me dí cuenta de que solo era agua ¿Pero cómo lo había olvidado? Lo había escuchado toda la semana y aun así había olvidado la gran tormenta que venía en camino. Entre trabajos y escuela me había desentendido las advertencias de fuerte lluvia de esta tarde y para que mi perro pudiese tener algo en qué distraerse le había dejado la ventana abierta.

Qué gran error pues esa fue la invitación perfecta para que galones de agua entraran sin parar durante horas mojando gran parte de la sala. No quedaba mucho por hacer. Tendría que limpiar y asegurarme que todo estuviese cerrado pues al parecer lo peor no había pasado aún. Para mi suerte mi pérdidas no pasaron de una alfombra dañada y un par de horas limpiando y secando. Según las noticias la ciudad había recibido la peor parte. Qué bueno que hoy tengo el día libre, pues quién sabe si hubiese podido regresar a casa.

Antes de dormir como ya era costumbre puse un rato las noticias simplemente para tener algo de ruido, como ya era costumbre empecé a escuchar sobre el clima de los proximos dias y como a pesar de la dura lluvia los proximos dias serian algo mas tranquilos que en este alocado día de Septiembre. Tan grande fue mi sorpresa al escuchar cómo un apartamento en el piso subterráneo de Brooklyn se había inundado completamente de una manera tan repentina que tomó la vida de una familia. Para mi esta tormenta no había traído más que un poco de agua y unas pequeñas inconveniencias. Desafortunadamente para esta familia esta tormenta significaba una inundación repentina donde cientos de galones entraban sin parar a su apartamento directamente desde la calle lo que más tarde les arrebataria cualquier posibilidad de reaccionar y ponerse a salvo.

A la mañana siguiente, como bien lo dicen, después de la tormenta vino la calma. Decidí salir y caminar para ver qué había pasado a los alrededores. Algo inusual para mi rutina, pero bueno ya que mis clases se habían cancelado qué más podía hacer sino tratar de hacer algo productivo ese día. La ciudad se había paralizado, las estaciones estaban inundadas, los trenes detenidos. Incluso había gente que, atrapada bajo las repentinas inundaciones, había tenido que pasar la noche durmiendo en el tren. Mientras caminaba por una de las calles principales veía como a lo lejos había un gran charco de agua que parecía provenir del río cercano. Entre el agua y se encontraban varios carros que parecían abandonados, quizá esos individuos no corrieron con mucha suerte y quedaron atrapados cuando ese río se desbordó?. En cualquier caso, el agua parecía llegar por arriba de la puerta.

El tráfico era casi insoportable, algo que era muy poco común por mi área. Pero al parecer el cierre del parkway cercano había hecho que estos carros buscarán una ruta alternativa. Intrigado en saber qué había pasado en aquel parkway decidí ir a ver cuál era la situación. Caminé hacia un puente donde se podía leer WAKEFIELD AVENUE. Lo que alguna vez podía haber sido considerado un océano con intensas olas de metal de varios colores moviéndose de un lado a otro, ahora más bien parecería un extenso pero calmado mar sin olas pero con nada más que agua estancada. No importaba hacia qué lado del puente mirase, lo único que mis ojos lograron ver era agua por todas partes, lo que alguna vez habían sido carreteras ahora no era más que una extensión al río. Era imposible ver dónde empezaba y dónde terminaba el río. La lluvia había llegado con tanta fuerza que se llevó todo a su paso, el sistema de drenaje no era capaz de soportar dicha tormenta. El agua parecía más bien salir desde debajo de la tierra que estar entrando, pues sin importar a donde mirase era difícil no ver el desastre que había generado. Vidas fueron arrebatadas ese día, inundaciones repentinas habían tomado la vida de aquellos que desafiaron la tormenta, muchos perdieron pertenencias irremplazables. Hogares fueron dañados y con ellos la tranquilidad de miles, sus recuerdos y su esfuerzo: todo se lo llevó el agua en cuestión de segundos.






Celeste


Solo y desesperado me encontraba antes de conocernos. Me es incluso imposible recordar quién era antes de ti. Había escuchado por mis amigos que tú eras especial y capaz de cambiarle la vida de cualquiera al que tú te le pusieses enfrente. Desafortunadamente yo no fui la excepción, tu aparente cariño y forma de protegerme me hizo rápida y ciegamente creer en ti. A darlo todo sin pensar en las consecuencias. Mis amigos me decían que estaba mal y que debía decidir quién yo era por mi mismo, pero decidí ignorarlos y creerte. Mi obsesión por ti llego a un punto en el que todo lo que era y lo que pude llegar a ser se destruyó, pues en aquel momento me parecía ilógico que alguien tan bueno y que me amase tanto como tú podría llegar a ser cruel y destruir mi vida si no cumplía cada una de sus peticiones.

Aun recuerdo el día que te conocí, a lo lejos llegué a ver tu silueta mientras una hermosa melodía sonaba en mi cabeza. Desde ese momento me sentí completo y me di cuenta de que debía estar contigo. Ante los demás siempre me fue fácil poder mostrar una relación perfecta, ante los ojos de los demás éramos un modelo a seguir. Tristemente la realidad era muy diferente en casa. No podía dejar de sentirme culpable por todas las cosas que debía dejar de hacer o por todas aquellas que debía empezar a hacer solo para mantenerme en paz contigo y conmigo mismo. Me prohibiste escuchar a mis grupos de música favorita argumentando que no era más que música mundana que no le hacía bien a mi alma. Mis amigos y todas aquellas cosas con las que encontraba algún tipo de placer y alegría fueron arrebatadas de mi vida sin siquiera poder elegir si así yo lo quiera. Tus estrictas reglas, y constantes restricciones me hacían creer que me ayudarían a crecer como individuo. Todo mi esfuerzo y toda mi entrega fueron en vano. Te lo di todo, todo lo que fui y todo lo que podría ser. Sin embargo tu me pagaste con traición, una vez que conseguiste todo de mi te fue fácil dejarme y enfocarte en algo más, argumentando que tu trabajo conmigo estaba hecho. Hasta este día no se realmente si lo que me hayas dejado fue lo mejor o lo peor que me haya pasado.. Pues a pesar de todo siento que aun te extraño.

De igual manera sería muy injusto decir que todo lo que me enseñaste fue negativo, pues también me enseñaste a ser compasivo, y a comprender a los demás. Nuestro tiempo juntos, aunque me cueste admitirlo, fue una etapa de crecimiento. Una etapa en la que pude descubrirme a mí mismo, pero ya sabes lo que dice, solo te encuentras cuando estás realmente perdido.

A pesar de todo, nunca pude llegar a sentirme comprendido por ti. Quizá no todo lo que me ofreciste fue bueno, pero era demasiado incrédulo para darme cuenta. Hoy que te marchas de la misma manera en que llegaste, sin pedírtelo y sin mayor esfuerzo, sé que te vas, pero no me dejarás en paz. Sé que intentaras regresar quizá con otro nombre, otra personalidad, o otro propósito. Pero ten por seguro que esta vez estaré listo para pensar por mí mismo y decir que tal vez ya no te necesito. Aun así, quiero darte las gracias por haberme ayudado a crecer, pero ambos sabemos que es tiempo ya de que vayas a cambiarle la vida a alguien más.

Vanessa Sevilla

 




Las rocas tienen patas

La imaginación de un niño es muy creativa. Su creatividad es alta hasta el punto en que cosas imaginadas se pueden ver e incluso pueden ser tocadas por ellos. Se puede decir que la creatividad tiene vida gracias a los niños. Mi creatividad de niña también era así. Corría tan salvajemente hasta el punto que no sé si lo que experimenté hace tantos años fue real o no.

Los detalles de esa noche no los recuerdo bien ya que solo tenía ocho años. Me acuerdo entrando a un gran parque sola y todo lo que se podía escuchar eran mis pasos y mi respiración. Las casas cercanas estaban oscuras ya que todos se dormían temprano y muchas partes del parque no estaban iluminadas correctamente.

Llegué a un estanque grande cuyo lado izquierdo estaba iluminado, pero el lado derecho no. Allí, en la orilla, pude ver siluetas de rocas grandes. Me acerqué porque por alguna razón quería golpear una con mi palma. Y eso es lo que hice. Golpeé la roca que estaba más cerca de mí. Me gruñó. Tal vez me lo imaginé pero el sentimiento de miedo en mí era real. Por eso me fui a la parte iluminada para alejarme de la roca. Ahí es donde decidí saltar guijarros y ver si podía golpear las rocas del otro lado.

Golpeé algunas pero quería ver si podía golpear la roca que me había gruñido. Y lo hice. La roca me gruñó de nuevo. Otro juego de mi mente probablemente. Pero la roca se levantó y salieron lo que parecían seis patas de debajo de ella. Comenzó a moverse rápidamente de un lado a otro y de repente se detuvo como si me estuviera mirando. Se lanzó en mi dirección. Corrí. No me volteé para ver qué era, pero pude escuchar las salpicaduras que venían del estanque.

La dirección en la que corría estaba oscura y de repente me tropecé en algo. Me caí. Los gruñidos se escuchaban más cercanos y me levanté lo más rápido que pude. Pero patas afiladas me cogieron del tobillo izquierdo. El instinto vino y pateé lo más duro posible a la roca con mi pie derecho. Libre. El recuerdo que tengo después es afuera del parque recuperando mi aliento. Miré hacia atrás. No había nadie. Desde lejos pude ver el estanque y la silueta de las rocas. Faltaba una. Seguí corriendo lo más rápido que pude lejos del parque.

Fue una pesadilla. Bueno, eso es lo que he pensado todos estos años. Las rocas no tienen vida, no se mueven y menos tienen patas. Ninguna de esas cosas parecen ser reales. Pero la cicatriz en mi tobillo que no sé cómo me la hice me hace dudar. Tal vez… ¿Las rocas tienen patas?




Me voy, me fui, no regreso

Lo tenía todo planeado. Eran las vacaciones de invierno y rápidamente estaba haciendo planes sobre lo que iba a hacer. Ya estaba decidiendo las cosas que haría en ciertos días, así como la cantidad de tiempo que pasaría haciéndolas. Siempre me gustaba llenar mis días y no perder ningún solo minuto haciendo nada. Tengo mucho que hacer, hacer y hacer. Todo iba perfecto, bueno... hasta que todos mis planes se fueron a la basura cuando mis padres dijeron que pasaríamos mis vacaciones en Ecuador.

Cuando era pequeña, me encantaba ir allí, hasta también viví allí por muchos años. Pero llevaba largo tiempo sin ir, además, ahora que soy mayor, realmente no tengo ganas de ir cuando sé que tengo mucho que hacer aquí. Desde prepararme para el próximo semestre hasta disfrutar de las vacaciones con mi amigo, no me veía yendo a otro continente. Además, siempre llegamos a la casa de mi abuela, que está como en medio de la nada, no hay WiFi y ¡los gérmenes! ¡Ay no los gérmenes del campo! Honestamente, esta es la peor pesadilla de una germófobica. Cada día que se acercaba el día de nuestro vuelo, me decía a mí misma: no voy, no voy, no voy.

El avión estaba a un par de minutos de aterrizar en la capital de Ecuador. Tanto que decía que no iba ir. Siempre me ha gustado el tiempo que se pasa viajando en el avión. Siempre lo vi como un “viaje a través de las dimensiones”. Primero despegas del lugar que conoces y luego te pasas horas y horas en el aire mirando nada más que nubes. Ni siquiera se siente como si te estuvieras moviendo. Más tarde, vuelves al suelo, pero el paisaje ha cambiado. No es dónde estabas antes. Es como si volvieras a bajar en otra dimensión del tiempo. Y esto es lo que pasó. Los edificios altos fueron reemplazados por montañas verdes, carreteras con ríos y casas con campos verdes. Realmente estaba en otro universo. Era hermoso. No recordaba lo impresionante que era ver la naturaleza fluir tan libremente y en el camino a la casa de mi abuela, pude ver lo bonita y reconfortante que era realmente la ciudad de mi infancia. Las fotos que veo en nuestros álbumes familiares no hacen justicia a las vistas que estaba viendo desde el auto con mis propios ojos. No sé de qué otra manera describirlo, era tan lindo, tan hermoso, tan per-

-Por cierto, no hay agua en casa.

- .....

¡Olviden todo lo que dije!

Una vez que te bajas de un avión, todo lo que quieres hacer es quitarte esa suciedad de un asiento que miles de personas han usado. Pero, ¿cómo puedes hacer tal cosa cuando no hay agua corriente? Desafortunadamente, la solución es bañarse con cubetas de agua. Mi abuela tiene un tanque de agua que se usa aquí a diario, por lo que esta es la única fuente de agua que tenemos en este momento. (¡Por favor cuando regresen a casa aprecien el agua que sale de sus grifos!) Mientras pensaba en toda el agua del mundo que había allá en Nueva York, mi abuela trajo una bolsa blanca cubierta de polvo y pronto sacó su contenido: lavacaras amarillas de diferentes tamaños. Las lavacaras son cubetas que usamos para recoger agua del pozo de agua que tenemos. Era difícil de creer cómo mi abuela los ha mantenido en buenas condiciones después de tantos años. El agua siempre ha sido un problema en este barrio desde hace años. Recuerdo una vez cuando era niña, después de un largo día de jugar en el parque, volví a casa toda cubierta de tierra y lodo. Odiaba bañarme, especialmente un baño con balde. Lloré y corrí a esconderme, negándome a bañarme. Pero mi abuela me encontró, siempre lo hacía. Me prometió que si me bañaba me compraría esas galletas de pescaditos que me gustan mucho y que me las podía comer con su sopa al día siguiente. Y cumplió su promesa, siempre. Pero ahora, mientras mi abuela me tiraba lavacaras llenas de agua, recordé aquellos días en que me encantaba jugar en el parque. Realmente no me importaba lo que tocaba con mis manos o lo sucias que estaban las cosas, solo recordaba divertirme. No me imponía restricciones sobre lo que podía tocar, o pensaba en dónde estaban los gérmenes. De hecho, no pensaba en absoluto, nunca. Tocaba el mundo sin miedo y no había nada de malo en eso. Cuando terminé de “bañarme”, fui a mi habitación y la puerta estaba cerrada. Por una vez, sin la ayuda de una servilleta, giré vacilante el pomo de la puerta con el pulgar y el índice y rápidamente me metí en la cama.

Después de despertarme y desayunar, me golpeó la realidad: hoy no tengo nada que hacer. O mañana, o el día siguiente o el día siguiente. ¿Qué voy a hacer sin amigos? ¿Sin WiFi? ¿Sin planes? Para curar mi aburrimiento, miré alrededor de la casa y las cosas que habían en ella, aunque fueran privadas. Miré innumerables artefactos, cartas antiguas, álbumes de fotos, lo que fuera. Mientras hojeaba un viejo libro amarillo porque por alguna razón me resultaba familiar, entonces recordé. Oh, es por eso. La tapa amarilla me recordaba a un cuaderno que tenía. De hecho, todavía lo tengo. Sabía exactamente dónde estaba. Fui a la entrada de mi dormitorio y saqué la losa del piso frente a ella. Y ahí estaba en el suelo: mi viejo cuaderno. Empecé a mirar su contenido. Desde entradas de diario hasta listas aleatorias, hojeé mi diario y luego encontré una lista interesante. Se tituló “Cosas que me gustan hacer”. Leí algunos de los artículos:

* Ver cuantos carros pasan por la casa

* Ver el atardecer

* Ver cómo se mueven las nubes

* Ver las estrellas

Ver, ver, ver. ¿Cómo me gustaban estas cosas? Hay mucho de ver pero no mucho de hacer.¿Cómo me divertía? ¿Alguna vez hice estas cosas? Justo cuando estoy tratando de recordar si alguna vez completé mi lista, mi abuela vino a mi habitación con una bandeja de comida. Lo dejó en mi escritorio y, afortunadamente, no me preguntó sobre la losa grande que faltaba en la entrada de mi habitación. Deje el libro para almorzar. Pero en ese instante, tenía muchas ganas de empezar a llorar. La bandeja de comida consistía en sopa de tomate, mi sopa favorita. Y al lado había una bolsa de pescaditos. Era como si el tiempo no hubiera pasado.

Como no tenía nada que hacer todos los días, seguí la lista. Vi cuántos carros pasaban por nuestra casa. Pasan muchos autos. Demasiados para que mi terrible memoria recordara el número exacto. Observé las nubes en el cielo y a veces traté de encontrar imágenes en ellas. Es chévere cuántas formas tienen las nubes y la gran cantidad de ellas que hay. Vi el atardecer. No creo que nunca lo haya hecho. Bueno, recuerdo haciéndolo. Realmente es algo extraordinario poder ver el sol cambiar a un naranja cálido y descender detrás de las montañas verdes. Honestamente, es tan difícil de describir. Necesitas estar allí para experimentarlo, para verlo. Y eso es lo que hice todos los días. Vi, vi , y vi.

Cuando terminé de ver el atardecer, de repente me di cuenta de algo importante: odio donde vivo actualmente. Odio los edificios altos sin naturaleza a la vista, odio los subterráneos abarrotados y sucios, el aire contaminado, los lugares siempre abarrotados, la artificialidad en todo. Estuve tan concentrada en siempre estar haciendo cosas que me olvidé de mirar y darme cuenta de dónde estoy, dónde vivo realmente.

Y así, en la última noche de mi estancia no pude dormir. Me levanté para tomar un vaso de agua y fui a la cocina. Una vez que estuve allí y terminé mi vaso de agua, noté lo brillante que estaba toda la cocina a pesar de que todas las luces estaban apagadas. Me acerqué a la ventana más cercana para ver lo imaginable: una luna llena con un cielo cubierto de estrellas. Creo que me recuerdo haciendo esto e incluso ahora sin darme cuenta. Cuando regresaba de la universidad y ya era de noche, a veces me quedaba en la plataforma del tren e intentaba buscar estrellas. Pero nunca las encontraba, solo veía vacío sin fin. Pero este momento es lo que había estado esperando, anhelando tener un asiento en primera fila ante la belleza del cielo tranquilo con tanto que decirme, que mostrarme. Mientras seguía mirando, le dije a la noche tranquila “no me quiero ir, no me quiero ir, no me quiero ir”

Leonor Guzmán

 




Tiritas

Me estoy duchando y noto algo raro en el pie. Miro abajo. Es una tirita. Que fuerte es el pegamento de la tirita. Se moja, la pisotean, y no se cae, no se rompe. Como los lazos de familia, ¿verdad? Así son. Las tiritas. Y las familias. Es raro pensar en todo lo que una persona puede pasar con solo 20 años. Pero la tirita es muy fuerte. Y yo también.

La pregunta que siempre se repite es: ¿de dónde eres? ¿Qué aspiras ser? Y la peor de todas ¿Quién eres? Y me dan ganas de responder ¡y yo qué sé! Nacida en Barcelona, el 26 de febrero de 2001. Madre brasileña, padre canario (si digo que es español se enfada), ambos con veinte años. Siempre dividida entre papi y mami, ella tenía dinero y amor y él protección y cariño. Era la combinación perfecta. El famoso divorcio ocurrió cuando tenía cuatro años. Pero no me marcó tanto. La vida sigue. Gente desconocida entraba y salía de mi vida. Eran “amigos” o “amigas” que se quedaban a dormir. Y así hasta los 9 años.

Bajando por la calle Muntaner, me dice mi madre:

-Me quiero ir de España, quiero que vivamos en Brasil.

Ese día mi infancia terminó. Juicio, peleas, embarazo, hermanas, dolor. Mucho dolor. Pelean por mi, y no me ven. No ven que lloro por las noches. Me manipulan. Soy frágil y vulnerable. Me lo creo todo. Lo que el juez dice se hace. Y ya estoy en el avión de camino a Brasil. Sin padre ni hermanas que me acompañen. La división del yo queda clara. Mitad brasileña, mitad española y al mismo tiempo desterrada.

Quería tener un reloj con todas las horas que he pasado en el avión. Creo que he perdido años de mi vida. Yendo y volviendo. Estando, sin estar. Las despedidas eran parte de mi. Los ojos me ardían cuando veía a una familia convencional. Donde padres y madres conviven y aman

simultáneamente. Las tiritas del corazón son las más resistentes. Aguantan toda una vida, porque nunca paras de sangrar.

La próxima vez que me pregunten quién soy. Responderé: una tirita.



El arte de ser victimista

Adivina, adivinanza. No te diré quién soy ni lo que hago, pero si lo entiendes, siento informarte que tú, amigo/a, también lo haces. Los "manipuladores" nos pueden llegar a llamar, aquellos inconscientes que no entienden lo que hemos sufrido para estar donde estamos. Muchos creen que es el síndrome de ser hijo o hija única, pero nosotros sabemos que es necesario ser así para conseguir lo que queremos. ¿Cómo osa alguien decirnos que no? ¿Es que no saben que lo que pedimos es necesario y esencial? Sea maquillaje, un viaje, un bolso. En ese momento lo que estamos pidiendo es esencial para sobrevivir. Sí, sí la gente ya ha pasado por cosas peores, pero y a mí que ¿Es que por acaso no me quieres? No querías que fuera parte de tu vida, ¿verdad? Porque si me quisieses aunque fuera solo un poquito, me lo darías. Y ahora! Porque lo quiero ya! Y así es como lo logramos.

El problema está cuando te encuentras a alguien que te conoce de hace mucho tiempo, y se ha memorizado tus estrategias. Ahí es donde la cosa se pone complicada, donde tenemos que mostrar nuestros verdaderos dones en este arte. Aquí van algunos tópicos que deberías usar: el pasado, la mala suerte, amor o la falta de amor, el destino, las circunstancias, los genes, las emociones, el futuro, la realidad, las injusticias, los problemas, las malas experiencias, los fracasos, los errores pasados, las malas decisiones, y mi preferido: culpar a los demás. Si te encuentras con alguien que ya no cae en tu juego, trata de jugar con estos tópicos, varía entre ellos, haz que cada vez sea diferente y caerán ante ti sin duda.

Edipo Rey no se equivocó al haber ignorado la profecía del oráculo. Fue todo culpa de la madre que lo sedujo. Ah pobre Edipo! Ciego y desterrado, se queda, por algo que nunca fue su culpa. Si hubiese sabido usar nuestro arte nunca le hubiese pasado.

Pensamos en la memoria como un almacén. Un almacén muy grande, donde apenas las cosas que nos convienen se pueden ver. Aquellos sentimientos de culpa los guardamos. El objetivo es hacer que el otro se sienta culpable. Traumas de infancia solo son recordados cuando es conveniente, funciona mucho con los padres, créeme. Estar incómodo, y asumir aquellos "errores" no es para nosotros. Nosotros, sí nos gestionamos eficazmente desde un punto de vista emocional, porque a pesar de todo lo que hemos sufrido, todo lo que hemos sobrevivido seguimos aquí aguantando y por ese motivo se nos debe permitir todo lo que deseamos.

Escritura creativa: 2022

 A continuación quiero presentarles algunos de los textos escritos por los estudiantes de escritura cretiva creados a lo largo del curso 2022.