Un blog de creación en español

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Friday, May 17, 2019

Escritura creativa 2019: Sarah Field


El app del amor



Izquierda, izquierda, izquierda, izquierda- derecha? Hago clic para ver la siguiente foto. No...Izquierda. Odio esto. Honestamente odio esto. Por Dios, no puedo entender cómo esto es tan popular, cómo la gente logra encontrar a alguien con quien valga la pena hablar con mientras se sienta en la cama haciendo clic. Entonces, ¿por qué estoy aquí? Bueno, porque una parte de mí es curiosa, y también estoy un poco aburrido. Pero la verdadera razón es que mis amigos y yo decidimos la otra noche que dedicamos a ver películas y tomar vino que cada una iría a una cita de Tinder este fin de semana. Si no es por otra cosa, al menos por las historias.

No es que odie salir con chicos, porque eso no es cierto. Pero me molesta cómo lo hace mi generación. Conocer a extraños a través de aplicaciones celulares no es auténtico, no es cómodo. En primer lugar, no importa cuántas fotos veas, no sabes cómo van a ser cuando llegues allí. Por otra parte, como si la configuración de su perfil y deslizar el dedo repetidamente no fuera suficiente frustrante, los mensajes vulgares prueban mi paciencia. Exploro a los mensajes románticos de los chicos- mensajes como “how big are your tits?,” y “come sit on my face so I can eat my way to your heart.” Genial. Esto va muy bien. Para ser justa, no todos los mensajes son tan asquerozos. La mayoría dicen sólo -Hey- o -what’s up?- pero si no dicen nada más interesante, una sólo puede continuar estas conversaciones por un breve tiempo antes de aburrirse y dejarlos.

Entonces llega un mensaje de David:

— Hey, you’re super cute and you seem really cool. Are you free tomorrow night for hot chocolate and an amazing view?—

Miro su perfil de nuevo antes de decidir si responder. Él tiene 25 años, parece guapo, dirige una compañía de consultoría, y vive en Brooklyn. Su mensaje es muy directo pero no veo obvios banderas rojas, y entiendo que a lo mejor quiere conocer a alguien fuera de la app lo más pronto posible.

Yo: Hi! Yeah, sure. What did you have in mind? :)

David: Let’s meet at Junior’s at 8, they have the best hot chocolate in the city

Busco el restaurante en Google. Mierda. Está en Brooklyn. No hay manera de que quiera ir tan lejos para una cita con alguien que ni siquiera he conocido, incluso si es el mejor chocolate caliente de todo el mundo. Yo saco un screenshot del chat y lo pongo en el groupchat que tengo con tres de mis amigas mejores.

Yo: BROOKLYN. LOL FUCK THAT!
Casi instantáneamente Careen y Desiré responden. Amanda no lo ha visto todavía.
Careen: Just make him come here
Desiré: Wait no!! Go to Junior’s, haven’t tried the hot chocolate but they have the best cheesecake!

Hmm. Cheesecake suena bien.


Alrededor de 7:30 la noche siguiente, estoy en mi habitación preguntándome si debo cancelar. Ya llego tarde porque Ross acaba de besarse Rachel en Friends, así que una parte- sino la mayoría- de mí quiere quedarme aquí para ver lo que pasa. Sin embargo, me alejo de Netflix para ir a esta cita. Les dije a mis amigos que iría, y también me siento mal por cancelar tan tarde. Mis expectativas para esta noche no son muy altas, pero espero que a lo menos tengamos cosas de lo que hablar durante una hora o así. También honestamente espero que el cheesecake sea rico.

Yo: On my way!

David: See you soon

Cuando llego al restaurante, una vez más recuerdo lo incómodo que es que ni siquiera estoy completamente segura de quién estoy buscando. Yo decido simplemente enviar un texto que esté aquí y esperar en la entrada, todavía escuchando música. Una ventaja de ser peliroja es que la gente me puede encontrar fácilmente. Le espero aquí.

Mis amigos y yo seguimos hablando en nuestro chat (siempre estamos hablando allí), y les digo que estoy aquí esperando a este tipo.

Desiré: Omg keep us updated

— ¿Sarah?— Levanto la vista de mi teléfono para ver a un chico de que asumo que es David. Es guapo, pero definitivamente más bajo de lo que pensaba. Me quito los audífonos.
— ¡Hey!— Sonrío y me da un breve abrazo.
Hablamos un poquito mientras caminamos a una mesa y rápidamente envio un texto a mis amigos que él está aquí y que me tengo que ir. Están riéndose sobre algo, pero no tengo el tiempo para ver lo que dijeron. Supongo que lo puedo leer más tarde.

Cuando nos sentamos, el mesero viene a preguntar si nos gustaría algo de tomar y rápidamente ordena dos chocolates calientes y pide la cuenta. ¿Ya? ¡Que raro!. Entonces hablamos de su trabajo en la consultoría. Hago algunas preguntas y él me da algunas respuestas poco impresionantes y vagas. Tengo la impresión de que miente sobre su posición o que es una empresa muy anormal.

Somos interrumpidos cuando el chocolate caliente llega, y él aprovecha la oportunidad para cambiar el tema de conversación a mí, haciéndome unas preguntas sobre mis concentraciones. Me pregunta por qué estoy especializando en psicología y aunque no recuerdo exactamente lo que dije, en algún momento de mi respuesta hago un comentario sobre mis estudios sobre el prejuicio y la discriminación. Esto me lleva al punto de que es importante entender la psicología como punto de partida para entender mejor los acontecimientos actuales. Como ejemplo, menciono lo conmocionada que estoy por lo que he leído sobre la política de detención en la frontera mexicana.

— ¿What?— Parece perdido.
— The immigration situation...at the border— Espero que la bombilla brilla sobre su cabeza. No hay nada.

— Do you not read any news?—
— Not really, I don’t need to for my work— ¿Es esa la única motivación que uno debe necesitar?
— Well you know about Trump, right? His platform? I’m sure you’ve heard some things— .
— I know that he’s the president. I don’t know much else about him—. Dios mío. Sé que tengo ciertas ventajas al ir a NYU, pero me sorprende cuando me encuentro con personas que son tan ignorantes, pero incluso entonces, se necesita un tipo especial de persona para estar completamente ajenos a lo que está sucediendo en el país. ¿Vive bajo una pinche roca? Tal vez esta no sea su área de especialización, pero eso es difícil de creer.

— It’s not hard to interact with clients without knowing about anything going on outside the company?— Legítimamente no puede imaginar cómo alguien cuya carrera es trabajar con la gente no sabe nada de política. Parece interesado en lo que estoy diciendo sin embargo, pues me paso un rato en que me sentí como profesora enseñando sobre varios de los eventos actuales que me venían a la mente.

— A lo menos debes ver los videos de John Oliver—, digo —son cómicos— .
Cuando sale el tema de las elecciones, él declara orgullosamente que no votó porque no hace una diferencia ya que tenemos un colegio electoral. Trato de explicarle cómo la votación todavía es muy importante, pero en este punto no creo que lo pueda hacer cambiar de opinión. Sólamente necesito salir de aquí.

— Hey, so listen, this is fun but I’ve got to get going soon— .

— No worries, let me show you the view before you go though!—

Joder, vine hasta Brooklyn, el tipo es un idiota, y el chocolate caliente era mediocre. Aunque no tengo las expectativas más altas sobre la vista, me imagino que a lo mejor debo darle la posibilidad de ser buena vista. En el camino texteo a mis amigas con noticias de mi cita.

Yo: this date is AWFUL

Amanda: oh dear, was the hot chocolate good at least?

Yo: better than the company!

Amanda: shit, deets??

Yo: later, I’m still with him

Desire: Do you want me to call you and give you an excuse to leave?

No puedo evitar sonreír, mis amigas son las mejores.

— Everything good?— Me pregunta.

— Yeah sorry, just my friends making sure I’m not dead— Él sonríe.

Desafortunadamente, pronto me doy cuenta de que la vista de la que estaba hablando es desde la terraza encima de su edificio- algún lugar donde no tenía la intención de aventurarme. Sin embargo, su edificio es bastante impresionante. La terraza es enorme, equipada con una zona de BBQ y un hot tub. Puedo ver todo el horizonte de Manhattan cruzando el río y todas las luces se ven hermosas.

Me pregunta si quiero nadar y no puedo evitar reírme un poco. No hay ninguna manera de que me quite la ropa, ni siquiera si su edificio tiene una vista hermosa. Después de tomar una foto de la vista para mi cuento de Instagram, yo miento y le digo se me hace tarde para una cita con una amiga. Trata de besarme y me alejo.

— I’m good— Yo digo. Él alza sus manos en el aire y se aleja un poquito. Me siento mal, pero también lo encuentro repulsivo después de la conversación anterior. Tengo que salir. Le digo que realmente necesito irme y él camina conmigo al ascensor.

— I’d like to see you again, you’re very interesting— dice. No puedo decir lo mismo sobre mi impresión de él, y no entiendo por qué quería verme de nuevo después de todo eso.

— Yeah. Maybe!— digo para ser amable.

— That’s not a yes—.

Finjo una sonrisa mientras las puertas del ascensor se cierran. Un suspiro de alivio escapa de mi boca mientras saco mi celular para textear. Estoy seguro de que él sabe que no vamos a vernos otra vez.

Amanda: Sarah how’d it go??
Me: 10/10 will not see him again
Careen: least you give it a shot!!
Me: I literally quit

En mi camino a casa recojo un trozo de cheesecake ya que está justo en mi camino al tren de vuelta a Manhattan. Desiré tenía razón, realmente es rico.

Abril de 2016


Recuerdo la puesta de sol, la gran, brillante, bola de fuego desapareciendo lentamente detrás de los árboles fuera de la ventana de mi habitación mientras me sentaba en la cama ese dia. El día se había comenzado normalmente: con clases poco interesantes, conversaciones largos con amigos y tarea que no quería hacer. Planeaba volver a mi dormitorio después de mi última clase a las doce, pero después del almuerzo, cambié de rutina cuando unos de mis amigos sugiere que salgamos del campus al bosque que bordeaba la escuela, algo que yo hacía con frecuencia, pero normalmente sola. Eso es que prefería. Pero ese dia fue diferente, porque ese dia sentia que él necesitaba mi ayuda.

Antes de entender bien lo que paso ese dia, usted tiene que entender que Jared no era un tipo típico. Estaba en su primer año de escuela, y yo en mi último año. Era un tipo torpe, ansioso, emocional, y como resultado, poco popular. Estaba estresado por todo que le estaba pasando en la escuela, especialmente el maltratamiento que recibía de los otros chicos en su clase por ser gay. Ese día, él me acercó con el propósito de aliviar su estrés, y quería irse de campus para fumar. Nunca se había puesto drogado, pues le dije que no iba a darle ningunas drogas si fue solo, a pesar de que me ofrecía pagar, porque no era ningún tipo de dealer. Cuando le dijo esto te lo juro que al principio no tenía ninguna intención de irme consigo, pero eso es lo que ocurrió.

Con el fin de hacerlo, sabía que tendríamos que alejarnos del campus, porque nuestra escuela tenía una policía de cero tolerancia para las drogas. Así que este misma tarde, fuimos al bosque. Él llevó sus problemas, y yo mi disposición empática junto con el porrito que deseaba. Escuché sobre sus problemas, le di consejos, y una hora después, volvimos al campus. Él me dijó que sentía mejor, y yo también sentía feliz por haberle ofrecido mi ayuda.

Pues allí estaba, mas tarde, sentada en mi cama. No recuerdo bien exactamente lo que estaba haciendo, pero recuerdo el golpe en la puerta de mi cuarto. Aunque fuerte, ese golpe no comparaba con el golpe que sentí en mi pecho cuando entró el decano con su asociado. Nunca visitaron los habitaciones a menos que había un investigación disciplinario.

—Abby— El decano dijó. Aunque su voz normalmente era animada, cayó plana ese dia. Fría. — Sabemos dónde estabas antes, y sabemos lo que estabas haciendo—.

Recuerdo que les mire fijamente en silencio, pensando en lo que pudieran saber sobre lo que había ocurrido ese día, si supieran algo de mi viaje al bosque.

—Díganos quién más estaba allí contigo— dijó.

Recuerdo el aire abandonando mis pulmones. Recuerdo quedarme callada mientras me presionaban más para obtener información. Recuerdo apretar mis puños para evitar el temblar de las manos, tratando desesperadamente de mantener mi actitud calmada. Recuerdo el sonido de mis cajones abriéndose y cerrándose, uno por uno, y el sonido chillón que mi cama hizo cuando ellos lo mudé a un lado para buscar las cajas que estaban abajo.

Recuerdo la forma en que el decano se puso de pie, las manos en sus caderas en el medio de mi habitación, mirándome frustrado después de que el registro de mi habitación no resultó nada más que algunos papeles de cigarrillos y un encendedor que me confiscaron. Recuerdo haberme dicho a mí mismo que lo mirara y no se rompiera mi cara de póquer, que el hecho de que estaban buscando en mi habitación y haciendo preguntas significaba que todavía necesitaban evidencias para confirmar sus sospechas. Recuerdo que todo me parecía irreal.

Recuerdo la mirada de sabelotodo cuando el decano me llevó a su oficina, la mirada de una persona ya convencida de mi culpabilidad. Recuerdo unas miradas de lástima que me enviaron algunas de los profesores al pasar el pasillo. Recuerdo el pánico de no tener mi celular, y la soledad que sentía sin poder avisar a nadie sobre lo que estaba pasando. Mis amigos parecían a un millón de millas de distancia.

Recuerdo el momento en que me di cuenta de que mi novio Tyler no tenía ni idea de que me estaban cuestionando. Él estaría haciendo la tarea, o tal vez jugando videojuegos, mientras yo estaba allí esperando noticias de mi futuro.

Recuerdo vagamente cuando el decano repitió su pregunta.

— ¿Quién más estaba contigo?— Recuerdo me quedaba en silencio. Me parecía raro que él no sabía la respuesta, pero no le dí ningún información. Esperaba que Jacob no estaba en la misma situacion que yo.

Recuerdo que de repente, sentada allí sola en la oficina, sentía enojada ante todo. Había gritos en mi cabeza, maldiciendo a la escuela por ser tan anal sobre sus anticuadas políticas. Recuerdo mi odio contra las tontas reglas que impedían que los estudiantes se escaparan del mundo cotidiano de internado, un mundo lleno de estructura, un mundo falto de aventura. Recuerdo que me sentía como si estuviera en un mundo al que yo no pertenecía.

Recuerdo sentirme como una inocente, creyendo firmemente que mis acciones estaban justificadas, que la escuela era tonta por perseguir a buenos estudiantes. Recuerdo las pruebas de drogas que me hicieron tomar, y el sonido de la puerta cada vez que se abría y se cerraba, revelando intermitentemente las conversaciones que tomaban lugar afuera de la puerta. Recuerdo lo incómodo que me sentía de no saber qué iba a pasar.

Recuerdo que después de interrogarme, me encerraron en el centro de salud toda la noche como una prisionera. No había teléfono, no había oportunidad de volver a mi habitación para recoger cualquier cosa. Recuerdo que salí en secreto a las computadoras de la oficina cuando las enfermeras se distrajeron en un intento desesperado de enviar un mensaje a mis amigos para decirles lo que estaba sucediendo. Recuerdo, después de todo, que me sentía como si no tuviera nada que perder, y me sentí momentáneamente aliviada cuando sentí el pánico de mis amigos a través de la pantalla.

Recuerdo la mañana siguiente, cuando ví a Jacob. Estaba llorando, y aunque todavia tenia mieda de lo que iba a pasar me dolió verle allí. Quería darle un abrazo pero el decano no me permitió hacerlo.

Recuerdo unos meses después de nos expulsaron de la escuela, cuando aprendí que fue Jacob quien reportó nuestra paseo ese día, y que realmente fue un accidente. No tenía malas intenciones, pero había ido al centro de salud porque sentía mareada, y allí les contó que había fumado. No mencionó mi nombre, pero no importaba, porque el campus era bastante pequeño y fácilmente alguien nos había visto caminando juntos.

Recuerdo cuando me pidió perdón. Se lo dí a él, aunque todavía no estoy seguro de que realmente lo perdone. Porque ¿cómo puede estar resentido con alguien por su falta de sentido común?

Así fue como eventualmente me perdoné también.

Thursday, May 16, 2019

Escritura creativa 2019: Siobhan Allen


Stonewall Jackson


Ya ha terminado abril, y el fuerte calor del verano ha empezado a estar en el aire. Los soldados sienten el calor, se están quitando la ropa, se lavan desnudos en los ríos. Cuando marchan, muchos se desmayan por la falta de agua, y todos tienen caras rojas. Sin agua, continúan marchándoselo, y esperan que termine la guerra.

Los comandantes saben que la guerra no va a terminar, quizás por años. Tienen fé en las habilidades de los soldados. El ejército de Virginia es lo más fuerte entre los dos lados de la guerra. El resto del ejército de la Confederación no es tan fuerte. La guerra se ha convertido en una enfrentamiento entre la Unión y Virginia, y la lealtad de todos esos soldados está por Virginia.

En la carpa de los comandantes, los oficiales del ejército planean la batalla que viene. Se sienten seguros, quieren ganar y como no están al frente de los soldados, pueden hacer planes más arriesgados.

En un rincón de la carpa están Stonewall Jackson y Robert E. Lee, los comandantes más importantes del ejército. Juntos, quizás ellos puedan ganar la guerra. Saben que va a ser difícil, pero también saben que son los comandantes más exitosos de toda la guerra. Han ganado cada batalla en la que han participado juntos, y en Chancellorsville van a ganar una vez más.

Cuando Stonewall Jackson empieza a hablar, todos en el cuarto se callan. Él explica el plan en voz baja. Stonewall Jackson nunca ha necesitado moverse mucho, o hablar con tanta fuerza. Tiene su presencia muestra poder, y todos escuchan lo que dice. Cuando las balas vuelan, los soldados siempre lo miran, y ven su calma, y empiezan igualmente a calmarse, y gracias a esto y a los órdenes de Stonewall, siempre ganan. Para esa batalla, saben que la Unión tiene cinco soldados por cada uno que tiene la Confederación, pero los soldados todavía están calmos, y tienen confianza.

El plan es así: el batallón de Robert E. Lee va a confrontar el batallón de la Unión en la colina enfrente de Chancellorsville. Mientras él distrae a los soldados en la colina, el batallón de Stonewall Jackson va a golpear la Unión por la derecha, no por la parte posterior como ha hecho muchas veces antes. Va a ser una sorpresa para Ulysses S. Grant, quien conoce a Robert E. Lee y a Stonewall Jackson, y nunca ha sido un comandante como ellos, y la Unión va a perder sus líneas. Cuando la Unión pierda las líneas, los soldados de Lee y Stonewall van a correr entre ellos, y la ventaja numérica ya no existirá. Entonces, los soldados mejores de la Confederación van a ganar. Lee y Jackson tienen confianza en el plan, y por eso todos los demás tienen confianza también.

--Ganaremos otra vez-- dice Lee. --Mientras estemos juntos, la Confederación nunca va a perder.--

Jackson y Lee brindan los vasos, y beben a la salud de la Confederación, una nación guiada por ellos.




12 octubre 2011


El doce de octubre de 2011 empezó como cualquier día en el pueblo pequeño de Seal Beach, California. Seal Beach era un pueblo raro, porque estaba cerca de Los Ángeles, y de otras ciudades grandes, pero era tan chiquito que todos conocían a todos, y el drama del pueblo era público. Estaba cerca de un base militar, entonces muchos soldados y veteranos vivían allá. Los soldados usualmente intentaban casarse con las chicas del pueblo, y las chicas esperaban por los soldados que estaban afuera del pueblo, o del país.

El doce de octubre fue un miércoles. Hacía calor, pero eso era normal para la gente, siempre hacía calor durante septiembre y octubre, y el clima se refrescaba poco durante noviembre y diciembre. Usualmente el clima era muy bueno, y el pueblo muy seguro, y los residentes de Seal Beach no tenían muchas quejas.

Ese día, los chicos fueron a la escuela, como siempre hacían los miércoles. Las madres iban con sus niños pequeños, y los alumnos del colegio estaban emocionados de conducir a ellos mismos. La mayoría de los padres se fueron a sus trabajos (era un pueblo muy tradicional), la mayoría tenían trabajos en el ejército. Después de las ocho y media, las madres regresaron a la casa, e hicieron todo que tenían que hacer con la limpieza y la cocina. Las que tenían trabajo todavía tenían que cuidar las casas, porque las expectativas para las madres en ese pueblo eran anacrónicas. No había muchos profesionales jóvenes, la mayoría ya se había ido, para el ejército o para la universidad, quizás con planes para regresar cuando terminaran las excursiones militares o cuando decidieran tener sus propios hijos.

Algunas mujeres tuvieron que ir al salón para teñirse el pelo, o cortárselo, o chismear con las amigas. Algunas de esas mujeres decidieron ir al Salon Meritage, porque siempre iban a ese salón. La ex mujer de un veterano estaba allí, con unas amigas y otros personas que no conocía.

En el colegio, los profesores, con caras graves, entraron a las clases. Buscaron a algunos alumnos, y los sacaron de la clase. --Tenemos que hablar contigo-- dijeron los profesores. Los estudiantes fueron a la oficina.

En el salón, un veterano con un arma estaba rodeado de cadáveres, incluyendo el de su ex mujer y sus amigas. Muchas personas estaban gritando, la policía ya había sido llamada, pero un arma es mucho más rápido que un coche, especialmente en un pueblo sin crimen.

Todos los alumnos empezaron a llamar a sus padres, para averiguar si sus padres no estaban allí, si sus madres no tenían que ir al salón hoy. Para la mayoría de los alumnos, todo estaba bien. Sus madres estaban en la casa, o en el supermercado, o en otro salón.

Algunos no tuvieron esa suerte. Llamaron, llamaron, y llamaron, pero nadie respondió. En el caso de una chica, su madre no respondió, y pocos minutos después vió al padre en la televisión, rodeado por cadáveres y policía, y con las esposas sobre las muñecas. Otros vieron las madres en la televisión. Los estudiantes sin suerte fueron al hospital con los profesores, para ver si su familia había sobrevivido. Solo uno tuvo esa suerte.

La policía tomó el veterano con su arma, vivo. Ya había hecho lo que quería hacer, no le importó. En el pueblo, pusieron unas velas para recordar a sus víctimas, pero todavía estaban muertas. El pueblo pequeño de Seal Beach, un pueblo chiquito sin crimen, sufrió una un de las masacres más grandes en la historia de los Estados Unidos.