Monday, May 23, 2022
Heilin Cordero
El fallo
Llevaba tanto tiempo con estos grilletes contra mi cuerpo que se me había olvidado que existían. No lo supe, hasta que ya era muy tarde, pero estaba atrapada, encerrada, y no encontraba una manera de salir de la locura que era mi vida. Pero, ¿cómo pudiste no saber? Me discutía una voz en mi mente.
Salí por un momento del caos mental en el cual me encontraba, y justo ahí el detective Reyes caminó hacia mí con una cara seria y de escepticismo.
-Pues, ¿cuándo fue la última vez que usted vio a su hijo otra vez?- me preguntó. Odiaba estar en esta casa, pero me sentía como una guinea con todos estos policías buscando por todas partes, y odiaba esa sensación todavía más. No tenía a mi hijo, ya no tenía hogar, ni dignidad. Brandon me tuvo como prisionera aquí por demasiados años, pero hasta el tiempo se me fue entre las galletas, los gritos, y la humillación.
–¿Señora?-- me desperté de mi pesadilla otra vez.
–Eh, perdón, desde el once de Diciembre, era un Lunes. Como le dije antes. – le respondí. Aunque ya me habían preguntado la misma pregunta, la sorpresa de ese hecho era suficiente para que sus ojos se abrieran y temblarán. Hoy era Martes. El 19 de febrero. Ya habían pasado
–Y, ¿qué fue lo último que le dijiste? ¿Cómo se encontraba el?
– Se encontraba bien, lo prepare para la escuelita y me dio un beso en la mañana en la cama. Brandon se lo llevó en su carro con mi hija, pero cuando él regresó, el niño no estaba con él.-
Sentí el peso de montones acumulándose en mi garganta como que mi corazón quería salir por mi boca, había fallado como madre.
-¿Como no reportó su desaparición antes?
- Brandon no me dejaba salir sola, y muchas veces no me dejaba salir para nada. Cuando le preguntaba si sabía del niño, me decía que estaba en casa de mi madre, que yo ya no podía cuidar de mis hijos, que estaba loca.-
Pause por un momento, y vi a varios detectives entrar la puerta del garaje exterior, ya que pudieron quitar los varios candados que Brandon había puesto en su taller. Seguí con mi confesión, -Pero, yo no hablo con mi madre. Cuando le pedí que fuera a la policía porque me preocupaba mi hijo, me amenazaba con mi hija. Me decía que le iba hacer cosas horribles, que me iba a echar sin nada, y que así el niño nunca regresaría.- Le dije. Ya no podía parar las lágrimas. ¿No se como dejar que esto pasara, como pudiste? Me sigue preguntando. ¿Cómo dejaste que esto le pasara a tu hijo, quizás yo me lo merecía, pero el? Se habían llevado a Brandon desde que tocaron en la puerta con una orden de allanamiento solamente hace un par de horas. Sin embargo, lo sentía aquí todavía, diciéndome que no diga nada, que no me atreve a hablar mal de él, que no deje que toquen sus cosas.
-Necesito sentarme, detective- le exclame, y se me había olvidado de la ropa que llevaba puesta por días, y el apeste que me seguía ya que tenias días sin un baño. Me senté en la mesa de la cocina, pero vi la multitud de autoridades en mi calle, y no quise entretener esa imagen. Pero me senté como quiera, sabía que esto era el comienzo.
El detective miró hacia mi, como que para que siga hablando.
-Hay fue cuando usted decidió mandar la carta con su hija a su escuela?- -Si, ya no me dejaba salir y sabía que yo sabía que él le había hecho algo. Tanto tiempo había pasado, temía la muerte de mi hijo. Pero estaba en negación, me pegaba tanto, vivía en un infierno, yo tampoco tenía teléfono. Muchas veces pensé que me estaba volviendo loca aquí, y no podía pensar. Le dije a mi hija que le entregara una letra a su profesora en secreto, y esperaba que quizás alguien demandará el abuso y desaparición de mi nino.- Nunca había hablado con nadie sobre el dolor de tener seis años con un abusador extremo. No pensaba que la primera vez sería con un jurado de policías e investigadores a mi alrededor. Pero mejor pensándolo, no pensé que tuviera el coraje nunca para hablar con nadie.
Miraba a mis pies, como para no mirar al detective a sus ojos, no se si me tenia lastima o si se estaba asqueado por mi falta de acción. Escuché muchos pasos en el taller, y las autoridades que buscaban en la sala, la cocina, y las habitaciones, bajaron al primer piso.
-Un momento- Me dijo el detective, y se paró para unirse con los restos.
Ese taller era el espacio sagrado de Brandon. Toqué los moretones en mi cuello la última vez que traté de entrar, me ahorcaba y me miraba a los ojos mientras sentía el aire de mi cuerpo irse.
-Tratalo una vez más y la próxima vez, disfrutaré de verte ir.- Me decía.
Respire, me pare de la mesa, y camine hacia el taller como para que me comuniquen que estaba pasando.
-Señora, cuántas veces usted ha presenciado a su novio en esa sala? - Su voz se convirtió en frio, y señaló la dirección del garaje.
Sentí una sensación de escalofríos, -nunca, solo una vez hace par de meses. Y fue en secreto. El, el, me decía que trabajaba allí, que no lo molestara. Le dije honestamente.
Pues, la única vez que tuve el error de entrar a ese garaje vi fotos e ilustraciones de horribles violaciones, herramientas y sogas, cintas de no sé qué, pero sabía que. Cartas de amor que no eran para mi, y entradas de diarios que decían sobre sus secretos deseos y violentas fantasías. Fantasías que para mi, eran la realidad, eran pesadillas.
-Qué está pasando?- Exclama con lágrimas en los ojos y mi voz derrotada a casi nada.
-Acabamos de encontrar un cuerpo en el congelador del garaje, lo cual parece de un niño de menos de siete años.- me dijo lentamente. -Necesitamos llevarla a la estación inmediatamente para proceder con esta investigación.-
En ese momento las llamas de un infierno, los gritos de Simón, el calor de sus abrazos vinieron todos hacia mí. Mi mundo, el mundo que yo había conocido, que había tolerado. Fallé como madre, maté a mi hijo.
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