Carmen sólo quería ser amada. Aunque se vistiera de rojo, decían. Aunque bailara con una flor en la boca. Aunque disfrutara de la atención inocente de los hombres. La solidificación de ella como un símbolo sexual, como un ícono cuyo único propósito era congelar en el tiempo. Su imagen estaba casi grabada en piedra. Es contra-intuitivo teniendo en cuenta el tipo de mujer que siempre ha sido, según los hombres que cuentan su historia. Pero, ¿alguien ha pensado alguna vez que tal vez tuvo tantos problemas en el mundo cuando su historia es contada por los hombres una y otra vez? Si la historia de Carmen fuera escrita por Carmen, ¿cómo la escribiría, con qué detalles, con qué motivos? Su deseo más profundo y oscuro no era un plan de extorsión malintencionado, ni ser una homewrecker, ni morir apuñalada por un hombre en un mundo de hombres. No hay un final de cuento de hadas, sino una lección aprendida de una mujer despechada. ¿Qué lugar ocupa el amor en la historia de Carmen? Un amor que seguiría y seguiría. Un amor que se hace círculos como sus muñecas cuando bailaba la secuencia, una secuencia que era una mera manifestación física de la profunda pasión, del profundo deseo que tenía en su corazón. Carmen sólo quería ser amada. La sensación de desesperación se apoderó de su mente de una manera que la hizo sentir más sola que la cárcel en la que estaba. La sexualidad de Carmen fue armada para convertirla en protagonista y antagonista de su propia historia. No había forma de salir de ese dilema. Ni física, ni genética, ni emocionalmente. Las cosas no cambiarían hasta que los tiempos lo hicieran. Por desgracia para ella, moriría bajo su alias, Carmen. Nunca se le permitiría ver la verdadera luz, como a los prisioneros de la Alegoría de la Cueva de Platón. No. Esa oportunidad sólo se le permitía a los hombres, como Don Juan. Los hombres como Don Juan podían tener tantas esposas, tantas parejas como quisieran, pero es la mujer, una mujer que sólo quiere sentirse amada y valorada más que deseada. una mujer que está condenada al más cruel de los castigos, a no tener una segunda oportunidad. En la hora más solitaria, y la última, se quedó sola con el odio, y la amargura por el mundo de los hombres que no se molestan en escuchar cuando habla. Ni siquiera se molestaron en contar su historia, bueno, no su verdadera historia, y desde luego no toda la historia. Supongo que nunca sabremos quién era Carmen en realidad. Carmen tampoco sabía quién era. Fue un mundo de hombres el que le robó su nombre, le robó su identidad, le robó su virginidad, le robó su corazón, su reputación. Carmen respiró entrecortadamente ante los primeros dolores intensos que rasgaron su cuerpo. A manos de un hombre que una vez dijo amarla, su más profundo, verdadero y puro deseo de ser amada fue eliminado, hasta que el "amor" dejó de existir. Así fue como murió. Carmen fue una mujer despreciada, no una mártir y ciertamente no un hombre.
Monday, May 23, 2022
Breana Sena
Carmen sólo quería ser amada. Aunque se vistiera de rojo, decían. Aunque bailara con una flor en la boca. Aunque disfrutara de la atención inocente de los hombres. La solidificación de ella como un símbolo sexual, como un ícono cuyo único propósito era congelar en el tiempo. Su imagen estaba casi grabada en piedra. Es contra-intuitivo teniendo en cuenta el tipo de mujer que siempre ha sido, según los hombres que cuentan su historia. Pero, ¿alguien ha pensado alguna vez que tal vez tuvo tantos problemas en el mundo cuando su historia es contada por los hombres una y otra vez? Si la historia de Carmen fuera escrita por Carmen, ¿cómo la escribiría, con qué detalles, con qué motivos? Su deseo más profundo y oscuro no era un plan de extorsión malintencionado, ni ser una homewrecker, ni morir apuñalada por un hombre en un mundo de hombres. No hay un final de cuento de hadas, sino una lección aprendida de una mujer despechada. ¿Qué lugar ocupa el amor en la historia de Carmen? Un amor que seguiría y seguiría. Un amor que se hace círculos como sus muñecas cuando bailaba la secuencia, una secuencia que era una mera manifestación física de la profunda pasión, del profundo deseo que tenía en su corazón. Carmen sólo quería ser amada. La sensación de desesperación se apoderó de su mente de una manera que la hizo sentir más sola que la cárcel en la que estaba. La sexualidad de Carmen fue armada para convertirla en protagonista y antagonista de su propia historia. No había forma de salir de ese dilema. Ni física, ni genética, ni emocionalmente. Las cosas no cambiarían hasta que los tiempos lo hicieran. Por desgracia para ella, moriría bajo su alias, Carmen. Nunca se le permitiría ver la verdadera luz, como a los prisioneros de la Alegoría de la Cueva de Platón. No. Esa oportunidad sólo se le permitía a los hombres, como Don Juan. Los hombres como Don Juan podían tener tantas esposas, tantas parejas como quisieran, pero es la mujer, una mujer que sólo quiere sentirse amada y valorada más que deseada. una mujer que está condenada al más cruel de los castigos, a no tener una segunda oportunidad. En la hora más solitaria, y la última, se quedó sola con el odio, y la amargura por el mundo de los hombres que no se molestan en escuchar cuando habla. Ni siquiera se molestaron en contar su historia, bueno, no su verdadera historia, y desde luego no toda la historia. Supongo que nunca sabremos quién era Carmen en realidad. Carmen tampoco sabía quién era. Fue un mundo de hombres el que le robó su nombre, le robó su identidad, le robó su virginidad, le robó su corazón, su reputación. Carmen respiró entrecortadamente ante los primeros dolores intensos que rasgaron su cuerpo. A manos de un hombre que una vez dijo amarla, su más profundo, verdadero y puro deseo de ser amada fue eliminado, hasta que el "amor" dejó de existir. Así fue como murió. Carmen fue una mujer despreciada, no una mártir y ciertamente no un hombre.
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
No comments:
Post a Comment