El Timekeeper
A la altura de 4 pies él ve el mundo. La ciudad de Nueva York se eleva por encima de él, pero no lo domina; de su cuerpo en miniatura una gran presencia resuena, y nadie esperaría la voz inmensa que emana de su boca y llena las aceras alrededor del parque. Su vida personal es un misterio—todos lo reconocen, pero nadie lo conocen. Algunos dicen que trabajaba por la universidad hace muchos años, hasta un día se volvió loco. Otros piensan que es un espía. Su residencia es desconocido, pero una cosa es cierta—no es un hombre sin hogar. La evidencia es clara: en Nueva York, los sin techo deambulan por las calles, y a menudo parecen perdidos, desolados, sin propósito. El Timekeeper, no—su propósito es claro (es evidente en su nombre), y El Parque de Washington Square disfruta su reinado benévolo (la mayoría del tiempo). Camina por University Place como si fuera suyo y tiene un doble papel: es guardia de tráfico y también el reloj más confiable. Con sus dulces reprimendas—en la forma de gritos urgentes—les recuerda a todos que no deben llegar tarde a las clases, e inculca en ellos un sentimientos de culpa de la misma manera en que lo hacen los padres. Cuando no está trabajando, se relaja en un banco como si fuera el sofa de su sala con un paquete de pasteles de Little Debbie-- su merienda favorita. Mira a los estudiantes y saluda con la cabeza cuando alguien pasa por su banco. El Timekeeper es la figura familiar del barrio—un poco estrafalario pero siempre agradable.
Los estudiantes de NYU no tienen un campus típico, pero un sentido de unidad se forma en presencia del Timekeeper, la mascota de NYU mucho más influyente que el Bobcat, y por cierto más divertido. Se espera que la desaparición del Timekeepr señale la caída de la puntualidad y la vivacidad de la población universitaria. Por lo general, él está muy ocupado para conversar por mucho tiempo, pero de vez en cuando, si tienes suerte, acepta una entrevista.
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