El más popular del equipo
Inhalas el olor a pasto y a tierra. Escuchas los gritos de padres, madres, hermanos, amigos, entrenadores y compañeros aconsejando a los corredores que corran más rápido para que alcancen a la persona delante de ellos, o que no dejen que la persona detrás de ellos los alcance. Al menos treinta toldos de todos colores cubren un pasto gigante. Si estás por Los Ángeles, es probable que encuentres un toldo verde que diga “South High School”. Todas estas cosas mencionadas son esenciales para las carreras a campo traviesa, pero para el equipo de South, no sería una verdadera carrera a campo traviesa si Fred no estuviera allí.
Fred era más popular que cualquier otro miembro del equipo, al menos hasta 2018, cuando me gradúe. Después de eso, no sé qué pasó con Fred. Todo el mundo amaba a Fred. Se sumó al equipo en 2014 y nunca se fue. No fue su decisión sumarse al equipo. Los chicos del primer equipo lo encontraron abandonado en el borde de la acera de una casa cuando estaban corriendo y lo recogieron. Lo cargaron hasta la pista de South, lo nombraron Fred, y desde ese punto formó parte de nuestro equipo.
Cada año, los nuevos integrantes del equipo querían conocer a Fred, pero se sorprendían cuando finalmente lo conocían. Fred es un colchón viejo de color vómito, un verde amarillo mezclado con marrón en donde se ensució, y flores rojas y azules chiquitas que estaban tan descoloridas que de lejos ni las veías. Era un colchón feísimo, pero los chicos del primer equipo se obsesionaron con él. Pronto, las chicas del primer equipo también se obsesionaron con él e incluso los entrenadores sabían quién era Fred. El primer equipo comenzó a traer a Fred a todas nuestras carreras, hasta le guardaban un asiento en el autobús. Parecía que Fred se había convertido en la mascota del equipo, pero cuando yo llegué al equipo en 2015, ese no era el caso.
Yo era miembro del equipo B. Solo siete chicas y siete chicos formaban parte del primer equipo, pero entre quince y veinte de los mejores chicos y chicas del equipo corrían con ellos. Ser parte del primer equipo era como ser parte de un club especial. Pasabas más tiempo con los entrenadores, corrías distancias más largas, tenías un entrenador especial que solo trabajaba contigo e incluso ibas a un viaje cada verano, gratis, a correr en las montañas de Big Bear.
Si estabas en el equipo B, ese mundo era casi inimaginable, y eso incluía tu acceso a Fred. En mis tres años en el equipo de carreras a campo traviesa, no toqué a Fred ni una vez. Nunca me senté en Fred. Nunca dejé mi casaca encima de Fred antes de una carrera. Nunca me reí mientras estaba sentada frente a Fred. Solo lo veía de lejos. Fred no era la mascota del equipo, solo la mascota del primer equipo. Las únicas personas del equipo B que se acercaban a Fred eran las personas que pronto serían parte del primer equipo, o si eran buenos amigos de alguien en el primer equipo. Yo tenía amigos en el primer equipo, pero el segundo que tocábamos la pista, se olvidaban que me conocían. Solo pensaban en su identidad como parte del primer equipo. Nuestra amistad no era más fuerte que esa identidad.
No sé dónde está Fred ahora. No sé si Fred sigue siendo la mascota del primer equipo, si lo regalaron, botaron, o si alguien lo trajo a la universidad. Para mí, Fred solo me recordaba un club que nunca me iba incluir, un club que le prestaba más atención a un colchón que encontraron en la calle que un miembro del equipo B.
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