Esta casa está viva
Por Lía Martínez
Una vez escuché decir que lo
más triste luego de que una persona muere es ver sus zapatos. Ahora creo que es
cierto, veo tus zapatos, tan desolados, la única compañía que les quedan son
las huellas de tus pies tan fuertemente marcadas porque solías caminar a todos
lados, y no puedo evitar pensar que es lo más triste que jamás haya visto.
Miles de veces había tratado de imaginar cómo iba a ser este día, siempre me
imaginaba un mar de personas en la funeraria y una interminable línea de
vehículos en tu procesión. Pero no, todo pasó muy rápido, sin mucho honor ni
mucha gloria.
Ahora estamos todos aquí, en tu
casa, la segunda casa más antigua de La Romana, algo que siempre me ha hecho
sentir tan orgullosa, aunque la verdad nunca he estado segura si es cierto. Estamos
aquí, sorteando tus posesiones, decidiendo quién se quedará con qué, y mientras
reviso las habitaciones, siento que visito cada recoveco de mi alma, espacios
que habían estado cerrados por tanto tiempo pero que aún se conservan intactos.
Esta casa está viva, su madera crujiente ha absorbido todo lo que somos y ahora
que la estamos desnudando siento que me desnudan a mi también, despojándome en
el proceso de todo lo que alguna vez fui, despojándome de ti.
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